lunes, 27 de abril de 2009

Ana y Juan (Tercera parte)


Ana:- ¿Juan?
Juan:- ¿Que sucede Ana?
Ana:- Necesito hacerte una pregunta...- Juan la miró extrañado. Suspirando le contestó,
Juan:- Ok, tengo miedo...
Ana:- (esbozando una sonrisa) Dale tarado. Te estoy hablando en serio.
Juan:- Decime.
Ana:- ¿Por qué no luchaste por mí?- Ana hizo esta pregunta casi con temor. Era una apuesta fuerte la que estaba haciendo. Él la miró.
Juan:- Ana, yo luche por vos.- Ella se quedó en silencio, observándolo. Otro suspiro.
Ana:- ¿Cómo?
Juan:- Me había olvidado que teníamos diferentes acepciones sobre el amor.
Ana:- ...
Juan:- Ana, ¿Acaso pretendías que me pase día y noche intentando convencerte de que te amo? ¡Por dios Ana! Esto es absurdo. Yo hice lo que consideré correcto, te mostré quien era, te dije lo que sentía, lo que significas, creo que esas cosas ya las sabías, estaban bastante claras entre los dos.
Ana:- Juan...
Juan:- ¿Que pasa?
Ana:- ¿eso es luchar?
Juan:- ¿querías que te presionara?
Ana:- No...
Juan:- ¿Entonces?
Ana:- Entonces... Qué se yo entonces, Juan. ¡Que me amaras, que me demostraras que lo mejor que puede pasarme es enamorarme de vos!
Juan:- ¡Por dios Ana! ¿Y cómo tengo que hacer para demostrarte que soy lo mejor, a parte de estar contigo incondicionalmente? El amor no se fuerza Ana.
Ana:- Quizás yo ya te amo. Lo que no puedo hacer es decidirme a vivir ese amor, a dejarlo ser. Quizás tengo miedo a que no funcione, a lastimarte y a lastimarme a mí también. A destruir esto que tenemos.
Juan:- Y yo no te doy seguridad.
Ana:- Suena cruel, pero no sé si vale la pena siquiera intentarlo.
Juan:- Ana.- Ella lo miró, esperando a que hable.- Yo te amo.Y hoy elijo estar con vos.
Ana:- Lo sé.
Juan:- Y estoy dispuesto a intentarlo. Yo sé que no será fácil, yo también tengo miedo. Pero no puedo vivir con la duda del "que hubiera sido si...". Yo estoy dispuesto a luchar contra mis miedos y los tuyos, si es necesario, a arriesgarlo todo sólo por hacer de mi bien tu bien. Pero no puedo hacerlo yo sólo. Necesito saber que esto lo vamos a hacer... Juntos.

Escuchando algo más...



Sunrise... Sunrise
Looks like morning in your eyes
But the clock's held 9:15 for hours

...

Surprise... Surprise
Couldn't find it in your eyes
But I'm sure it's written all over my face

Surprise... Surprise
Never something I could hide
When I see we made it through another day

Then I say
Hooo, hooo, hooo
To you


Norah Jones ~ Sunrise

miércoles, 22 de abril de 2009

El teatro

Las luces está alumbrando el centro. Amarillentas como los últimos rayos de Sol del día.
Un escenario. Vacío. Luces.
Juegos de sombras en los rincones, telón abierto de par en par. Escenografía de quién sabe qué historias fue ese escenario. Ahora las butacas están vacías, llenas de polvo, las arañas oxidadas y las puertas rechinantes. Viejo hogar de sueños e ilusiones, hoy no es más que la soledad hecha espacio. Nadie se para ya en su centro, enunciando un guión. Nada transforma las paredes lisas en ventanales a un jardín irreal. Toda magia ha abandonado aquel viejo teatro. Los actores, los escenógrafos, los maquillistas, los directores. Allí nadie pone algo en escena. Ahora su único actor es el tiempo que devasta cada pieza de madera que lo mantiene en pie.
Algún día, llegará la escena final, en la que el telón, con el peso de los años, se caiga, cubriendo el escenario por última vez.
Una escena triste y desconsoladora es aquél teatro. Sin embargo, en toda nostalgia que emana, una vieja historia se narra: Actor perdido en su vida ilusoria, por fin se ha dado cuenta que fuera del salón, hay una vida que lo aguarda. Un escenario que no tiene guiones planeados, del cual, nunca se sabe el final.

lunes, 20 de abril de 2009

¿Cómo haces?

¿Me podes explicar cómo es que haces para tener el mundo bailando el candombe que vos queres?
El tiempo pasa, la gente nace y muere, nadie controla el destino de nadie, pero misteriosamente vos haces que los vientos te favorezcan, los ríos se abran ante tu paso, la roca se una al verte llegar.
Tenés al mundo a tu pies, a la lluvia a tus órdenes, a los pájaros cantándote la melodía que prefieras. Todo bajo tu increíble mano invisible que hace y deshace a tu gusto.

¿Me podés explicar cómo haces?

sábado, 18 de abril de 2009

Hoy me dedico a escuchar solamente

No tengo palabras para enamorarte, ni quiero que te abras en dos para amarte.

El que te ama, no te nombra, corazón de luz y sombra.



No sabes que importarte es para mí
que me mires a los ojos.
Yo los veo y ya se lo que sentís,
aunque estén un poco rojos.


lunes, 13 de abril de 2009

Ana y Juan (Segunda parte)


En una habitación a media luz, sonó un teléfono.
- Hola.- Atendió una voz cansada por la rutina.
- ... Ho... Hola.- Respondió una voz temerosa.
- ¿Quién es?
- Soy Ana.
- ¿Ana? ¿Que pasa?
- Necesitaba hablar con vos... - Hizo un silencio. Suspiró.- Necesito que me expliques por qué te fuiste así.
- Ay, Ana. No creo que sea tan difícil de entender. Vos no estás dispuesta a luchar por mí... A luchar conmigo. - Juan también suspiró.- No te animas a vivir esto conmigo, simplemente dejas que te pase por arriba como uno de los libros que lees. Pero esto no es un libro, Ana, la vida no es ficción por más que se le parezca.
- Juan...
- No linda, no me digas nada. Está bien. Fue mi elección estar contigo, amarte, todo esto, hasta los sueños compartidos sin tocarte fueron mi elección.
- Pero, no es justo.
- ¿Qué no es justo Ana, que yo te ame? ¿Que vos no me ames igual?
- Basta Juan...
- Vos me llamaste, Ana.
- No es justo que vos te hayas enamorado de mí.
- ¿Y por qué?
- Porque yo no puedo amar. Ni a ti ni a nadie.
- Y llamaste para decírmelo.
- No. No lo digas así que parece cruel.
- La vida es cruel, Ana... La vida siempre es cruel e injusta.
- Pero, es que nosotros. Vos, yo... Es inexplicable.
- Lo sé. Pero bueno, decidimos frenar acá, no vamos al mismo lugar...
- No me cantes las pastillas...
- Jaja, perdón, cierto que no te gustan.
- No es sólo por eso. Ese tema es demasiado triste.
- Pero real.
- Juan. ¡Por dios Juan! ¡Reaccioná! Te estoy llamando, estoy acá, ¡decime algo!
- Ana, ¿Ahora estas dispuesta a intentar esto conmigo?
- ...
- ¿Ana?
- No lo sé Juan, realmente no lo sé. Sólo sé que no puedo irme. A pesar de todo no te puedo dejar ir.- Su voz sonaba quebrada al otro lado del tubo.
- Ana, siempre tendrás mi puerta abierta. No soy capaz de negártelo. Siempre que me necesites estaré contigo, es algo que no puedo evitar.
- Pero, ¿por qué? No es justo que me esperes...
- Es que Ana, ¿no lo entiendes? Siempre estuve acá, con la puerta abierta, por más que duela.
- ¿Y que pasará si nunca me decido?
- Yo ya decidí dejarte mi puerta abierta, por si algún día quieres venir. Lo único que no te puedo asegurar es que cuando entres finalmente, yo no haya salido hace 5 minutos por otra. No tengo una sola puerta.
- Eso quiere decir...
- Quiere decir que no dejaré de vivir mi vida, Ana. Eso significa. Que hoy decida una cosa no implica que en algún momento pueda cambiar de decisión, mientras dejo tu puerta sin llave, se abren otras. Todo el tiempo, mi vida, el mundo gira. Y si vos no podes amar hoy, yo no puedo vivir tu espera. Cuando estés dispuesta a intentar, entra. Puede que esté... Pero también puede que ya me haya ido.
- Entiendo...
- Ana.
- ¿Sí?
- No llores, princesa.
- Gracias, Juan. Gracias por estar al otro lado.
- De nada, debo colgar...
- Okey. Un beso... Chau.
- Adiós.

domingo, 12 de abril de 2009

Ana y Juan

Ana es una mujer joven de 20 años. Estudia, le gustan los labradores, vivir en Capital, caminar por las plazas a la mañana y si pudiera se iría cada tarde a ver la transición de la luz a la oscuridad de la noche a la orilla del mar. También le gusta fumar mientras escucha música, o con una buena lectura.
Juan es un hombre de 22 años. Trabaja, estudia, le gusta la fotografía, escribir, leer en las plazas y tocar la guitarra. Le gustaría vivir en Capital, y dejar los viajes sólo para el placer. Se queda hasta altas horas de la noche escuchando música mientras mira el techo de su habitación.
Una tarde de invierno, Juan y Ana se vieron. Él la miró, ella lo ignoró. Cada uno en una esquina de la plaza, iban acercándose a medida que sus caminos se cruzaban. Juan miró una paloma volando sobre la cabeza de Ana. Ella escuchó una ambulancia a lo lejos, mientras pensaba que nada más quería llegar a su casa. Cada vez más cerca, cada vez más inminente la cruzada de caminos, miradas, vidas, almas. Todo cada vez más cerca.
Llegaron uno frente al otro. Ana miró los ojos de Juan. Juan miró los ojos de Ana. Ambos ahí, en un instante en que el tiempo se detuvo sólo para que nosotros pudiéramos observar mejor esa escena. Ella sonrió. Él le correspondió. Un instante congelado que recuperó su retraso al continuar ambos sus caminos.
Una semana después, volvieron a cruzarse. Y esta vez, se saludaron sin saber quienes eran. Hablaron sin saber cómo se llamaban. Dos extraños rompiendo la cotidianeidad. A partir de ese momento nació entre ellos una vibración inexplicable, que sólo ellos podían entender.
Y el tiempo continúo su ritmo, sus vidas siguieron pasando de un día al siguiente. Cada vez más conectados, cada vez más juntos. Juan se enamoró. Ana nunca se decidió.

Juan la esperó, hasta que un día...

-Ana.
-¿Si?
-Me voy.
-¿Qué te vas? ¿Por qué?
-Porque mi tiempo está clausurado para el que no pelea.

Así fue como Juan se marchó. Y Ana quedó mirando su espacio vacío en el sillón.

martes, 7 de abril de 2009

Diálogo

- Me has hecho muy feliz
- Sin embargo no te alcanza
- Nunca me alcanzó nada en la vida
- Mucho menos mi amor, ¿verdad?
- No lo tomes como algo personal
- ¿Y como debo tomarlo?
- Como una realidad... Universal si querés
- Entonces nunca me has amado...
- No puedo amar a nadie
- Lamento escuchar eso...
- No lamentes cosas sobre mi...
- No lo lamento sólo por ti, también lo hago por mí.
- ¿Cómo es eso?
- Que si vos no sos capaz de amar a nadie, he pasado mis días amando a alguien que nunca me va a querer. Y es triste darse cuenta de que todo en lo que uno creyó nunca existió en realidad.
- ¿Me amabas sólo por el hecho de que algun día te amaría?
- No lo sé...
- Pues si así ha sido, ese fue tu error.
- ¿Eh?
- No puedes amar a alguien sólo para que esa persona te ame.
- ¿Ahora me darás lecciones de amor, luego de haberme dicho que no puedes amar?
- Justamente, conozco el amor porque no puedo tenerlo.
- Tonterías
- Tómalo como vos quieras... Pero si no aprendes a amar sólo por el amor mismo, nunca sabrás lo que realmente es amar.

domingo, 5 de abril de 2009

Efecto mariposa

Hay cosas que son inminentes en la vida. Sucesos que por más que hubiésemos intentado detener, no podríamos haberlos evitado. Hay cosas que no podemos manejar, que son independientes de nuestras actitudes y deseos. Que lo único que hacen es influenciarnos, de una manera u otra, pero influenciarnos.
Como si fueran las capas terrestres que están bajo nosotros, moviéndose sin que nos demos cuenta, miles de cosas están sucediendo en este mismo instante, afectando ahora, o en un futuro lejano, pero siempre cambiando algo de nosotros. Quizás son grandes momentos de la historia o sólo un niño al que se le escapa una pelota. Algo está pasando que hoy nos marca un cambio en nuestra vida, aunque no lo notemos, aunque estemos exhortos de todo conocimiento de causa, hoy, en algún lugar del mundo, una mariposa está aleteando entre las hojas.

miércoles, 1 de abril de 2009

Palabras rebeladas

Muchas veces he escrito acerca de los extraños caminos que toma la vida. Mil veces he tratado de dar a entender cuál era mi postura ante los inminentes cambios de la vida.
Las palabras pasaron por mis manos, por mi boca, por mi mente y llegaron a imprimirse sobre el mundo que me rodea. Pero son días como hoy, en que las palabras se niegan a salir, se refugian en lo más remoto de mi cerebro, arropadas con una manta, abrigándose del frío de la realidad. Son días en los que no saben qué conjugar, desordenadas por la coherencia propia de la vida, no quieren ponerse a pensar. Pareciera no importarles que las horas avanzan, las responsabilidades apabullan y que yo las necesite para poder liberar mi mente y comenzar a actuar. Independientes de la persona que las arma, ellas prefieren quedarse tiradas en la cama, viendo pasar el día, escuchando al viento susurrar entre las ramas, viendo al sol invadiendo mis cortinas, intentando penetrarlas. Y nuevamente les ruego que se levanten, que salgan de una vez por todas, que busquen esos caminos intrincados por donde se llega a la cordura y me liberen. Me desaten de estas cuerdas lingüísticas que ya me aprietan. Pero ellas se niegan, mueven sus vocales de un lado al otro, diciéndome que no tienen ganas.